BIOGRAFIA AUTOR:
Tras la destrucción del pueblo de Vegamián se muda con su familia al pueblo de Olleros de Sabero,
en la cuenca carbonífera de Sabero.
La infancia en ambos pueblos marca, en adelante, parte de su obra.
Licenciado en Derecho, abandonó el ejercicio de la profesión para dedicarse al periodismo escrito,
radiofónico y televisivo en Madrid, donde reside actualmente.
En 1983 comenzó a escribir Luna de lobos, su primera novela (1985), y en 1988 publicó La lluvia amarilla.
Ambas fueron finalistas al Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa. Otra obra suya es Escenas de cine mudo, de 1994.
En 2016 quedó finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León con su novela Distintas formas de mirar el agua.
Antes de que se fallara el premio, emitió un comunicado anunciando que no aspiraba a él y que lo rechazaría en caso de que le fuera concedido.
En convocatorias anteriores (2014), ya había sido candidato a ese mismo premio con Las lágrimas de san Lorenzo, sin obtenerlo.
SINOPSIS:
Tres existencias clandestinas, sumidas en el exilio de la oscuridad y de la naturaleza salvaje,
acechan desde el silencio del monte lo que un día fueron sus casas, sus mujeres y su vida.
El miedo es la única compañía que no abandona a los fugitivos, un miedo que incita a compartir ese estado de tensión permanente que hace esperar
y temer que el sonido de la bala enemiga rompa por fin la angustia del silencio. Al tiempo que nos permite asistir a una página olvidada de nuestra historia,
la epopeya anónima de estos tres hombres nos demuestra que la condena a vivir como una alimaña no conlleva necesariamente la pérdida de la grandeza humana.
Ramiro, Gildo y Ángel, tres soldados republicanos de León, huyen en plena noche de las represalias del frente victorioso que ha ocupado su tierra.
Refugiados en el monte, siempre al abrigo de la oscuridad de las minas abandonadas, de las cuevas o de la noche, ven pasar los meses mientras tratan de encontrar
la forma de sobrevivir y de escapar al infierno de la clandestinidad. De esta manera se manifiesta un instinto primario que puede llevar a un hombre acosado hacia
la violencia.
martes, 2 de mayo de 2017
lectura 2
SEGUNDA PARTE (1939):
Los chicos siguieron viviendo en la cueva excavada por ellos mismos.
Gracias a la ayuda de sus amigos y familiares, la pesca y algún que otro robo a autobuses de la zona,
lograron sobrevivir en los crudos inviernos en León.
Ángel bajaba a menudo al pueblo a ver a su hermana y a su padre; también solía visitar a una amiga llamada María.
Los soldados seguían amenazando a los campesinos y, sobre todo a los familiares de los huidos especialmente a Juana y a su padre. Una noche, como tantas otras, Ángel visitó la casa de María. Posteriormente, en cuanto los guardias se marcharon de casa de su padre, Ángel se acercó y contempló el rostro consternado de su padre debido al apelamiento de su hija por parte de los guardias, quienes la habían encerrado en la cuadra y maltratado.
En un intento por robar la tienda del pueblo Ángel mató a un hombre en defensa propia.
Esto dificultó aún más las cosas, así que los tres soldados decidieron planear la huida.
Para ello, se reunieron con el jefe del apeadero, antiguo amigo del padre de Gildo.
Este tenía contactos que les podían facilitar el viaje hacia Francia.
Los tres amigos decidieron viajar con el intento de evasión, aunque Gildo no quería abandonar a su mujer e hijo.
Necesitaban dinero para pagar a los enlaces, por tanto decidieron raptar al dueño de la mina donde trabajaba Ramiro a cambio de un rescate. Éste vivía en un caserón cercano y Ramiro estaba seguro del pago del rescate. Los tres amigos entraron en la casa raptando al dueño de la misma.
Antes de marcharse indicaron a su mujer la cantidad, el modo y lugar del rescate.
Ramiro advirtió a la mujer del peligro que correría su marido si llamaba a la guardia civil,
pero ella haciendo caso omiso de las advertencias puso al corriente a las autoridades.
A la entrega del rescate la guardia civil abre fuego y se produce un tiroteo. Ramiro cumple su palabra y mata al hombre.
Los chicos siguieron viviendo en la cueva excavada por ellos mismos.
Gracias a la ayuda de sus amigos y familiares, la pesca y algún que otro robo a autobuses de la zona,
lograron sobrevivir en los crudos inviernos en León.
Ángel bajaba a menudo al pueblo a ver a su hermana y a su padre; también solía visitar a una amiga llamada María.
Los soldados seguían amenazando a los campesinos y, sobre todo a los familiares de los huidos especialmente a Juana y a su padre. Una noche, como tantas otras, Ángel visitó la casa de María. Posteriormente, en cuanto los guardias se marcharon de casa de su padre, Ángel se acercó y contempló el rostro consternado de su padre debido al apelamiento de su hija por parte de los guardias, quienes la habían encerrado en la cuadra y maltratado.
En un intento por robar la tienda del pueblo Ángel mató a un hombre en defensa propia.
Esto dificultó aún más las cosas, así que los tres soldados decidieron planear la huida.
Para ello, se reunieron con el jefe del apeadero, antiguo amigo del padre de Gildo.
Este tenía contactos que les podían facilitar el viaje hacia Francia.
Los tres amigos decidieron viajar con el intento de evasión, aunque Gildo no quería abandonar a su mujer e hijo.
Necesitaban dinero para pagar a los enlaces, por tanto decidieron raptar al dueño de la mina donde trabajaba Ramiro a cambio de un rescate. Éste vivía en un caserón cercano y Ramiro estaba seguro del pago del rescate. Los tres amigos entraron en la casa raptando al dueño de la misma.
Antes de marcharse indicaron a su mujer la cantidad, el modo y lugar del rescate.
Ramiro advirtió a la mujer del peligro que correría su marido si llamaba a la guardia civil,
pero ella haciendo caso omiso de las advertencias puso al corriente a las autoridades.
A la entrega del rescate la guardia civil abre fuego y se produce un tiroteo. Ramiro cumple su palabra y mata al hombre.
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